RHS. Revista. Humanismo. Soc. 6(2), 2018, artículo original de investigación.

Clima familiar en configuraciones monoparentales y monomarentales con hijos/as adolescentes según el nivel socioeconómico en Medellín-Colombia

Family atmosphere in single-parent compositions with adolescent children based on their socioeconomic level in Medellín (Colombia)

Johanna Jazmin Zapata Posada1

johanna.zapata@upb.edu.co

Laura Isaza Valencia2

laura.isazava@upb.edu.co

Valentín González Calvo3

vgoncal@upo.es

https://doi.org/10.22209/rhs.v6n2a01

Recibido: junio 25 de 2018.

Aceptado: octubre 4 de 2018.

Resumen

En este estudio se hace un acercamiento a la realidad de familias monomarentales y monoparentales en la ciudad de Medellín, Colombia, en cuanto a la pertenencia a un nivel socioeconómico y su relación con el clima familiar. El estudio se diseñó bajo la metodología cualitativa, teoría fundada, por medio de entrevistas semiestructuradas. Se desarrolló en el año 2013 y se trabajó con 18 familias de un solo progenitor y las entrevistas se realizaron tanto al padre o a la madre como al hijo/a adolescente. Los hallazgos describen las características de las familias participantes diferenciadas de acuerdo con su nivel socio económico (NSE) y a los elementos que hacen posible o limitan el desarrollo de la cohesión familiar.

Palabras clave: Adolescencia; Cohesión; Relaciones familiares; Familia; Familia monoparental; Familia con hijos adolescentes; Estratificación social.

Abstract

This research study approaches the reality of single-parent families from the city of Medellín (Colombia), by analyzing their socioeconomic level and its relationship with the family atmosphere. The study, carried out in 2013, was designed using a qualitative grounded theory methodology, through semi-structured interviews administered to 18 single-parent families. The interviews were conducted either with the father or the mother and with the adolescent son/daughter. The findings section describes the features of the participating families differentiated by their socio-economic level (SEL) as well as the elements that foster or limit the development of family cohesion.

Keywords: Adolescence; cohesion; family relationships; family; single-parent family; family with teenage children; social stratification.

Introducción

Este artículo4 presenta hallazgos de un estudio realizado en la ciudad de Medellín con familias de un solo progenitor y sus hijos/as adolescentes, con el propósito de describir las características de estas familias en función del sexo y el nivel socioeconómico. Se centra en el clima familiar en configuraciones monomarentales y monoparentales5 con hijos/as adolescentes.

El número de familias con adolescentes en el orden de lo internacional, nacional y local tiene una alta representatividad estadística, particularmente en Medellín más de la mitad de los hogares cuenta con la presencia de un adolescente (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2011; Departamento Administrativo de Planeación [DAP], 2010; Fondo de Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2006).

Actualmente, la etapa de la adolescencia ha cobrado interés en los escenarios políticos y académicos. Entre las áreas de estudio que se han derivado de este tema, la familia ocupa un lugar relevante. En especial, se ha investigado el componente relacional entre padres y adolescentes (Alonso, 2005; Esteve, 2005; García, 2004; García, 2011; Musitu & Cava, 2001; Pons & Buelga, 2011; Ramírez, 2007). Aunque el adolescente se caracteriza por el distanciamiento con las figuras paternas, la familia desempeña un papel central en esta etapa, debido a que resulta ser un contexto socializador de apoyo y protección directo (Cummings, Goeke–Morey & Papp, 2003; Kandel & Lesser, 1969; Pombeni, 1993; Suldo, 2009; Steinberg, 2000).

El tipo de relación que establecen los padres con los adolescentes depende, por un lado, del clima familiar en que estos convivan y, por el otro, del contexto socioeconómico en el que estén inmersos (Zapata, 2013). En escenarios como el colombiano, caracterizados por amplias brechas de pobreza y desigualdad social, es común que las condiciones asociadas al NSE generen diferencias marcadas en la calidad de vida de las familias (Comisión Económica para América Latina [CEPAL], 2010, 2011; Medellín cómo vamos [MCV], 2009; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD] 2010). Las condiciones de desventaja social afectan a las familias de forma diferente (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar [ICBF], 2008; UNICEF, 2006, 2009; Rico de Alonso, 2007). Autores como Jiménez y Suremain (2003) han identificado que las familias con un solo progenitor suelen presentar los efectos más rígidos de la desigualdad social (CEPAL, 2010).

Si bien, la relación que establecen los padres con sus hijos/as adolescentes depende tanto del interés por comprender las necesidades de la edad como de las características socioeconómicas propias del contexto, el cual en muchos casos es desfavorable, este artículo se centra en el clima familiar de las conformaciones MP y MM con hijos/as adolescentes a partir de las diferencias del NSE, basados en la pregunta: ¿cómo se ve afectada la cohesión familiar por las desigualdades asociadas al NSE?, dado que se limita de manera objetiva y relacional las posibilidades que tienen estas familias para dar cumplimiento de sus funciones de sobrevivencia y de protección.

Las familias de un solo progenitor: MP y MM

Una familia que tradicionalmente ha sido denominada monoparental está compuesta por un solo progenitor y sus hijos/as. Este término se usa indistintamente si es el padre o la madre quien está a cargo del hogar y para especificarlo se nombran como familias monoparentales con jefatura femenina o masculina según el caso. La diferenciación MP y MM responde a la necesidad de visibilizar las particularidades que se originan en esta configuración familiar (González, Jiménez, Morgado & Díez, 2008). En América Latina los hogares monoparentales hasta 2002 presentaron un promedio del 87.6 % con jefatura femenina y un 12.4 % con jefatura masculina; de estos, la mayoría estaban ubicados en el NSE bajo, cifra que ha aumentado gradualmente en los demás niveles socioeconómicos (CEPAL, 2004, 2010).

Actualmente, estas familias se generan principalmente a partir de la separación o divorcio de la pareja. En Colombia la monomarentalidad ha estado asociada directamente al madresolterismo y a la jefatura femenina (Echeverri, 1984); sin embargo, otras causas que originan este tipo de conformación son la viudez y la decisión de hacerlo (González, 2000; Rubiano & Zamudio, 1991). La causa de separación suele significar una fase crítica o transicional de la vida familiar, mientras que la última puede responder a una forma de vida y una elección personal (Josiles et al., 2008). Con frecuencia, las familias monoparentales que surgen como consecuencia de rupturas conyugales difíciles se han asociado con la idea de fracaso respecto a los modelos nuclear y extenso como estructuras tradicionales, al mismo tiempo se consideran un factor de riesgo para la salud mental de los hijos/as (Amador, 2009; Moreno, 1995).

Existe una tendencia en relacionar la ausencia de un progenitor, en especial el padre, con aspectos como: delincuencia juvenil, desajuste escolar, embarazos tempranos y precariedad económica (Amato, 1991; Ángel & Ángel, 1993; Chouhy, 2001; López de Llergo & Cruz de Galindo, 2006; McLanahan & Sandefur, 1994; Timms, 1991). Otras investigaciones confrontan la tendencia anterior e identifican otras dimensiones diferentes a la configuración familiar como causantes de dificultades en los hijos/as, entre estas, la comunicación, los estilos parentales y la calidad de las relaciones familiares (Arranz et al., 2008; Flaquer, Almeda & Navarro–Varas, 2006; González, Jiménez, Morgado & Díez, 2008; Jiménez, Barragán & Sepúlveda, 2001; Josiles et al., 2008; Moreno, 1995). En efecto, para González et al. (2008) la monomarentalidad pasó de ser una anomalía a ser habitual, e incluso una opción de vida familiar. De allí que, «los problemas asociados a las familias monoparentales surgen de las condiciones materiales, sociales y psicológicas en las que estas se encuentran y no de la ausencia de uno de los padres» (Zapata, 2013, p. 39).

La familia cumple un papel fundamental en la etapa de la adolescencia, para Hernández (1997) este contexto posibilita dos procesos, uno de liberación protegida en beneficio de la individuación y otro de liberación supervisada. Procesos que generan que la familia actúe como filtro desde y hacia el entorno social, para lo cual los padres cuidan a los hijos/as de las influencias exteriores y favorecen su desenvolvimiento posterior en otros escenarios sociales (Hernández, 1997; Musitu, Buelga, Lila & Cava, 2001; Senabre, Murgui & Ruiz, 2011). Para Estévez, Jiménez & Musitu (2007) y Steinberg (2000) estos procesos resultan difíciles con los hijos/as adolescentes, debido a cierta distancia emocional que se presenta en esta diada.

El cambio y detrimento de las manifestaciones afectivas, del diálogo y del tiempo que pasan juntos los padres con los hijos/as adolescentes, se asocia a la diferencia en los intereses, preferencias y gustos que aparecen en la nueva etapa de vida del hijo/a. Este cambio genera un distanciamiento parcial del adolescente, que según Barrera & Vargas (2005), Oliveros (2001) y Penagos, Rodríguez, Carrillo & Castro, 2006) se caracteriza por la disminución del tiempo que pasan los adolescentes con el resto de su familia y por la menor participación de los progenitores en la toma de decisiones de sus hijos/as.

Oliva (2006) y Steinberg (2000) señalan la probabilidad de que familias con un clima afectivo propicio en la infancia, en la adolescencia perpetúen este tipo de relación. Sin embargo, resulta inevitable que se generen cambios significativos en las interacciones. Aunque la dinámica y relación familiar cambia, para el adolescente el escenario familiar continúa siendo un referente fundamental para su desarrollo, dado el apoyo significativo que brindan los padres (Estévez, et al., 2007; Musitu, et al., 2001).

Las relaciones de los padres e hijos/as se transforman a lo largo del ciclo vital, lo que evidencia cómo las relaciones familiares son dinámicas y evolucionan en el tiempo, a la vez que se complejizan (Musitu & Allatt, 1994; Musitu & Cava, 2001; Zani, 1993). Resultan ser múltiples los factores –internos, externos, evolutivos e individuales– que dado la complejidad de las relaciones afectan su calidad (García, 2011). De ahí, la necesidad de que los padres cumplan el papel de mantener cierto grado de cohesión y unidad (Lila, et al., 2006; Musitu & Cava, 2001). En este intento de sostener la unidad familiar, los padres buscan responder a tres demandas específicas: la necesidad de autonomía de sus hijos/as, el reconocimiento de que estos han crecido y con ello la aceptación de sus nuevas conductas.

Cohesión familiar en la adolescencia

Minuchin (1974) y Olson et al., (1985/1989) consideran dos maneras extremas de cohesión familiar: aglutinada y desligada. La primera alude a altos niveles de cohesión, que se caracteriza por una sobreimplicación de los miembros de la familia en los asuntos personales, y la segunda, refiere bajos niveles de cohesión y una débil vinculación entre estos. Existe una relación directa entre el clima o la cohesión familiar y el tipo de comunicación, es decir, los adolescentes que perciben mayor cercanía emocional con sus padres presentan canales de comunicación más abiertos con estos (Barrera & Vargas 2005, Méstre, Samper & Pérez, 2001; Penagos et al., 2006).

Contrariamente, los adolescentes que sienten un distanciamiento emocional con sus padres pueden presentar un tipo de comunicación débil o distorsionada. Cuando la comunicación entre padres e hijos/as es positiva esta se caracteriza por la empatía, la apertura, la fluidez y el respeto. Según Torres de Galvis (2007), algunos factores pueden alterar los estilos de comunicación en el contexto familiar; por su parte, Garcés & Palacio (2010) señalan cuatro situaciones que la limitan: el maltrato tanto psicológico como físico, la separación conyugal, las problemáticas asociadas a la farmacodependencia y las dificultades económicas.

La cohesión y la comunicación resultan ser distintas en las relaciones con el padre o con la madre; especialmente cuando se trata del tiempo que estos comparten y del tono en el que se manejan las discusiones con los hijos/as (Hortaçsu, 1989; Hunter, 1985; Noller y Callan, 1991; Youniss & Smollar, 1985). Las madres resultan ser más abiertas, colaboradoras y se comunican de manera más afectiva (Forehand & Nousiainen, 1993; Garcés & Palacio, 2010; Noller & Callan, 1991; Shek, 2000).

También se han encontrado variaciones en la cohesión cuando se trata de la hija o el hijo adolescente. Las adolescentes tienden a establecer una relación más cercana con la madre, pero a la vez, más conflictiva (Jackson, Bihstra, Oostra & Bosma, 1998; Noller & Callan, 1991). Los adolescentes tienden a tener menos apertura respecto a sus asuntos, muestran mayores diferencias cuando requieren orientación y apoyo de alguno de los padres (Youniss & Ketterlinus, 1987; Zani, 1993). Todas estas diferencias suelen modificarse de acuerdo con la edad de los adolescentes, a medida en que estos avanzan en edad, tienden a distanciarse más de sus progenitores, coherente con el logro de la autonomía y el establecimiento de relaciones por fuera de la familia (Coleman & Hendry, 2003; Grotevant & Cooper, 1986; Youniss & Smollar, 1985).

Metodología

Estudio cualitativo basado en la teoría fundada, que se desarrolló a través de las siguientes fases: formación y construcción conceptual; levantamiento de los datos; procesamiento, construcción de los datos y análisis; y contrastación de coherencia, discusión y triangulación. Es de resaltar, que la fase dos se llevó a cabo en el transcurso de un semestre, en el cual se delimitaron los criterios de inclusión de las familias participantes, se realizaron las entrevistas semiestructuradas tanto a padres como a adolescentes. Específicamente en la categoría clima familiar, se indagó por las relaciones que establecían todos los miembros de la familia, lo que incluía la relación padre/madre e hijo/a adolescente y la relación con los hermanos en caso de que existiera.

El muestreo fue teórico y se basó en los principios de pertinencia y adecuación. Por lo que las familias que participaron debían cumplir los siguientes criterios de inclusión: vivir en alguna de las dieciséis comunas o de los cinco corregimientos de Medellín; pertenecer a una familia MP o MM; pertenecer a algún estrato socioeconómico; tener hijos entre los 12 y los 18 años; permitir ser entrevistados tanto el padre/madre como el hijo/a y contar como mínimo con hora y media para cada entrevista; firmar el consentimiento informado.

La muestra agrupó los seis estratos socioeconómicos existentes en la ciudad de Medellín en tres NSE de la siguiente manera: los estratos uno y dos correspondía al NSE bajo; los estratos tres y cuatro al NSE medio y los estratos cinco y seis al NSE alto. Además, se agrupó la edad de los adolescentes según la etapa evolutiva: de 12 a 14 años como adolescencia temprana; de 15 y 16 años como adolescencia media y de 17 y 18 como adolescencia tardía. De esta manera la muestra buscó ser proporcional, mas no significativa y se construyó de acuerdo con las siguientes variables: edad, sexo y nivel socioeconómico (Tabla 1).

Tabla 1. Selección de la muestra por características de los sujetos

Proporción en Medellína

(%)

Proporcionalidad en el estudio

total de la muestra 18 familias

Edad de los adolescentes en Medellín

Selección estimada de casos por edad

Temprana

Media

Tardía

Cada edad representa el 6 % con un aumento de porcentaje en la tardía.

6 para cada etapa

Sexo de los adolescentes

Selección estimada de casos por sexo

Hombres

Mujeres

16.6 %

14.2 %

10

8

Tipología de los adolescentes

Selección estimada de casos por tipología

Mm

Mp

16.1 %

0.8 %

16

2

NSE de hogares

Selección estimada de casos para cada nivel

Bajo

Medio

Alto

47.62 %

39.89 %

12.49 %

9

5

4

Nota: Adaptado de «Encuesta de calidad de vida (ECV)», por Departamento Administrativo de Planeación, 2011. «Diagnóstico situacional de la infancia y adolescencia en Medellín», por Alcaldía, 2012. «Segundo estudio de salud mental del adolescente en Medellín», por Universidad CES y Alcaldía, 2009. aEstos datos fueron adaptados de diferentes fuentes oficiales según las pretensiones teóricas del estudio, las fuentes se citan en la nota.

Para el procesamiento de los datos se utilizó el software para análisis cualitativo ATLAS.ti 7. Este programa posibilitó la realización de un microanálisis, mediante la reducción de los datos obtenidos a partir de la codificación de cada una de las entrevistas, la construcción de relaciones entre categorías y de mapas mediante el programa Cmaptools.

Hallazgos

Los hallazgos describen las características que en estas familias propician procesos de cohesión o de desligamiento familiar diferenciada por NSE.

Características que posibilitan la unión familiar

Las familias del NSE bajo consideran que la comprensión y el apoyo son características de la unión familiar que se expresan por medio de compañía, detalles, palabras afectivas, respuesta a las necesidades de los hijos/as adolescentes y actitud de solidaridad frente a su situación económica.

[…] Pero es que como te digo, Samuel es muy juicioso. Él es así. Yo no me la paso diciéndole, pues él sabe que él llega, organiza la cocina, organiza las camas; yo llego y encuentro todo muy organizado, una que otra vez pasa que le pregunto: ¿Samuel por qué no hiciste? pero normalmente lo hace y ya (Clara/madre/42/NSEbajo/Mm).

Las familias de NSE bajo asumen que la unión familiar se manifiesta es tres aspectos: compartir en familia, tener una relación cercana y comprenderse/apoyarse. Para estas el compartir se entiende como la posibilidad de tener espacios comunes, planear actividades en el hogar y participar en rituales religiosos.

El apoyo en las familias MM de NSE bajo se evidencia en la alta valoración que tienen los hijos/as respecto al esfuerzo que observan en su madre para poder cumplir con las demandas económicas del hogar. Ante lo cual los hijos/as asumen posturas diferentes, en el caso de las mujeres, intentan ser comprensivas, tratan de no exigirle económicamente a la madre más de lo que esta les puede brindar y la apoyan en las actividades domésticas; en el caso de los hombres, se proyectan como proveedores económicos cuando alcancen la mayoría de edad. Lo anterior consolida un ambiente de solidaridad de apoyo, entre la madre y sus hijos/as.

En las familias de NSE medio en comparación con las familias NSE bajo y alto, se encuentran menos factores de cohesión familiar, entre los hallados se resalta el apoyo referido a la presencia de la familia en situaciones difíciles y en la capacidad de comunicarse los asuntos cotidianos.

E: ¿Qué cambiaría de su familia? A mí me gustaría que fuéramos más activas. A veces siento que somos muy quietas, a veces cuando reflexiono sobre eso pienso que, a veces, interviene lo económico, por ejemplo cuando el papá estuvo por fuera y ahí si mandaba la cuota monetaria yo las tuve en curso de inglés y de música porque él mandaba ese dinero y porque yo había tomado la decisión de tenerlas en colegio público, pero ya una vez él llegó cambió todo eso, porque ya él asumió que no iba a dar dinero en efectivo sino que él iba a manejar en qué se iba a invertir el dinero y decidió que el colegio, yo sé que es muy costoso, esa es la inversión que él iba a hacer, cortó lo de los cursos, para mí eso fue doloroso, pero es que yo quiero que ellas estén en más cosas, que salgan y conozcan gente y que disfruten de actividades artísticas y ver que yo no tengo los ingresos para decirles ¡yo se los doy! entonces eso sí me frustra un poquito y me gustaría cambiarlo (Ana/madre/41/NSEmedio/Mm).

En las familias de NSE alto, aparecen mayores elementos de cohesión, los cuales aluden que la unión familiar está relacionada con la cercanía afectiva y acompañamiento entre madres e hijos/as, basada en una comunicación abierta y en el respeto mutuo, en escenarios referidos a la autoridad y a la respuesta a las necesidades afectivas de sus hijos/as.

E: ¿En su familia hacen planes para compartir juntas? Sí, no muy frecuente pero sí, los espacios con la familia. Nosotras salimos solas pues a un centro comercial, a pasiar [pasear], los paseos, ir a cenar, no hemos vuelto a cine, pero lo hacíamos porque ya son otros momentos de la vida y a veces llego muy cansada, mira te digo honestamente que el trabajo y las circunstancias que ella [la hija entrevistada] seguramente lo siente, la vez pasada me dijo: ay mami no hemos vuelto a salir a cenar y todo eso y yo le dije: hay mijita [sic] pero es que salgo rendida [muy cansada], muchas veces en realidad. Pero siempre sacamos espacios para compartir y además con la familia siempre…. (Elena/madre/50/NSEalto/Mm).

En las familias de NSE alto el apoyo es un aspecto esencial de la cohesión, esto se evidencia en la solidaridad de los hijos/as respecto a las crisis económicas y emocionales de sus madres; en el compartir entre padres, hijas y hermanos; en el cuidado y apoyo mutuo y la posibilidad de tener espacios conjuntos.

Características que
dificultan la unión familiar

Una de las características de la cohesión familiar que se ve más afectada por las diferencias en el NSE es el compartir en familia, dado que las diferencias de ingreso limitan la realización de actividades por fuera del hogar. Lo anterior es reportado en el NSE bajo donde las familias se sienten insatisfechas por no poder disfrutar de este tipo de espacios, porque es común que asocien el esparcimiento con el gasto y que no optimicen los espacios y los recursos externos. Lo cual resulta llamativo, dado que Medellín se caracteriza por tener una oferta de espacios públicos, culturales y deportivos a los que se pueden acceder de forma gratuita o a un bajo costo.

E: ¿En tu familia hacen planes para compartir juntos? La verdad, no mucho. Siempre hay veces cuando estamos en la noche que mi mamá llega del trabajo, vemos un programa en televisión, jugamos también juegos de mesa, no a menudo, pero sí lo hacemos… Me da tristeza, porque me da frustración de saber que no puedo salir (Samuel/hijo/13/NSEbajo/Mm).

Entre los aspectos que amenazan la cohesión familiar se identifican la permisividad con los hijos/as, el poco tiempo que disponen los progenitores para la orientación y supervisión, y las características propias de la etapa de la adolescencia, entre estas, la preferencia de los hijo/as por actividades extrafamiliares y el cambio en el estado de ánimo.

En las familias de NSE medio se identifica una diferencia con respecto a la solidaridad reportada en las de NSE bajo, que consiste en una mayor demanda económica y menos implicaciones en las actividades domésticas de parte de los hijos/as hacia sus progenitores. Esto se traduce en sentimientos de frustración sobre todo en las madres. Es frecuente que en estas familias se desarrollen actividades que requieren gasto, también se agudiza la percepción de carencia y el anhelo por tener mejores condiciones económicas, particularmente por lograr un mejor cubrimiento de las necesidades de ocio y recreación. Las familias de NSE medio presentan menos participación en espacios familiares, los hijos/as se perciben independientes y más selectivos en las actividades que comparten con sus hermanos/as y padres, en el caso de las hijas, resulta mayor este desligamiento en la etapa de la adolescencia.

E: ¿En tu familia hacen planes para compartir juntos? Como que me llegó un momento en el que yo quería estar sola, y me retraía, y me retraía, y me retraía hasta el punto de que ya yo no sabía ni por qué pero mi mamá y Lila salían a hacer planes y me invitaban, claro porque éramos familia y me decían: no, vamos a ver tal cosa o tal otra y yo decía: no, no, no yo prefiero quedarme acá leyendo o algo; no sé no quiero salir hoy. Y me quedaba, y ha pasado varias veces que salen ellas y yo no quiero (Valeria/hija/15/NSEmedio/Mm).

En el NSE alto la cohesión familiar se ve afectada por las limitaciones de tiempo asociadas a las extensas jornadas de trabajo de los progenitores, dado que, según las dinámicas laborales, los progenitores deben ausentarse del hogar por días o semanas, lo que limita el compartir en familia. Se identificó que cuando es la hija quien vive con el padre, la comunicación entre ambos suele ser más distante y se convierte en un factor de desligamiento.

E: ¿Cuáles consideras que son las cosas más difíciles de llevar en la vida familiar? No sé. Como entender él cuándo se va a enojar y cuándo no [se refiere al padre]. Pasó una cosa: a ver si se enoja, a ver sino, a ver qué, cómo reacciona. Ya me acostumbré, por ejemplo, yo siempre que pasaba algo, yo lloraba; en este momento yo no me callo tantas cosas como antes, entonces yo lloraba porque yo sentía el nudo de querer decir algo, voy a llorar pa´ pensarlo yo misma y pues es eso, ya si lo digo, yo sé que ya reaccionó que me va a gritar o se va a quedar callado, o me grita o se queda callado eso es lo único que hace él (Milagros/hija/14/NSEalto/Mp).

Si bien son menos los casos de familias ubicadas en extremos de la cohesión familiar (de tipo desligadas y aglutinadas), resulta llamativo que dicha condición con mayor frecuencia está presente en las familias MM de NSE bajo. Con respecto a las desligadas, las madres mencionan tres aspectos problemáticos: débil apoyo, débil compartir y débil relación. Sin embargo, esta idea difiere de la que presentan los hijos/as, quienes presentan una percepción ambivalente de la unión familiar, de un lado se perciben apoyados y del otro limitado por sus familias. En relación con la familia de tipo aglutinada reportan una relación afectiva con tendencia a la conflictividad, asociado a la sobreprotección de la madre.

Discusión y conclusiones

Minuchin (1974) y Olson et al., (1985/1989) consideran que la cohesión familiar presenta dos dimensiones opuestas y una intermedia; de un lado, en las familias aglutinadas se evidencia un alto grado de cohesión, caracterizada porque sus integrantes suelen actuar y pensar del mismo modo; de otro lado, las familias desligadas presentan un bajo grado de cohesión, expresado en una marcada independencia y poca influencia recíproca. Las familias que logran encontrar un equilibrio entre la autonomía de sus integrantes y la unión del grupo son aquellas a las que se les denomina familias cohesionadas.

Con frecuencia se encuentra una relación directa entre aspectos de la dinámica familiar como la comunicación y la afectividad con el nivel intermedio de cohesión y la baja conflictividad en el clima familiar (Mestre, et al., 2001; Penagos et al., 2006). Es decir que cuando los adolescentes identifican en sus padres cercanía emocional tienden a generar intercambio comunicativo más fluido con ellos (Barrera y Vargas, 2005 y Mestre et al. 2007). Contrario a ello, los adolescentes que perciben distanciamiento emocional de sus padres tienden a desarrollar una comunicación débil con efectos desfavorables en la afectividad.

En relación con la cohesión familiar y la condición socioeconómica se encuentran diferencias entre la estratificación socioeconómica y las posibilidades o desventajas sociales que tienen las familias para construir escenarios de desarrollo de los hijos (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar [ICBF], 2008; UNICEF, 2006, 2009; Zimmerman, Copeland, Shope, & Dielman, 1997).

Efectos del NSE en la cohesión familiar

La percepción de unión, esfuerzo y apoyo común está presente en todos los NSE. Sin embargo, tal y como lo señala Padrón (2001), se perfilan diferencias en relación con el NSE de pertenencia, particularmente en lo referido a los actos de compartir y colaborar en familia. En el caso de las familias de NSE bajo se limitan las actividades compartidas a causa de las dificultades económicas; estas suelen asociar el ocio con el gasto y, por ende, desarrollan sus actividades en el hogar, lo que se traduce en insatisfacción. En respuesta a lo anterior, en las familias de NSE bajo aparece la cooperación. Esta se relaciona con una alta valoración de los hijos/as por el esfuerzo que hacen las madres para sobrellevar la situación económica del hogar, lo cual se refleja en el cumplimiento de roles parentales del hijo/a mayor respecto a sus hermanos; este se ocupa del cuidado y de la realización de algunos oficios domésticos. Otro aspecto de la cooperación es la reducción de las demandas económicas que hacen los hijos/as a sus madres. Estas conductas son el resultado de la elevada valoración que realizan los hijos/as del esfuerzo de la madre, puesto que reconocen que es ella quien trabaja para sostener económicamente el hogar (Arriagada, 2001; Calderón & Ramírez, 2000; Cebotarev, 2003).

En el NSE medio se presenta un mayor uso de los espacios recreativos que requieren gasto económico, lo cual no necesariamente está asociado con una mayor satisfacción del cubrimiento de esta necesidad. La respuesta de los hijos/as suele ser de insatisfacción y anhelo de obtener un mejor nivel de vida que les permita gozar de mayor libertad para hacer las cosas que consideran importantes. Por su parte, las madres en este NSE, quienes presentan mayor nivel educativo, reconocen y apoyan la realización de actividades extracurriculares de corte académico-recreativo, aun cuando esto les genere mayores esfuerzos económicos. Lo que coincide con Del Valle (2004), quien plantea que cuando las mujeres aumentan su nivel de formación y participan en el sistema productivo, tienden a expandir las metas personales y familiares. Cabe resaltar, que aquellos progenitores de NSE medio con bajos niveles educativos, se comportan de manera similar a los de NSE bajo, es decir, focalizan sus esfuerzos a la satisfacción de las necesidades básicas.

Las familias de NSE alto presentan mejores condiciones económicas ligadas a mayor estabilidad laboral y mayores ingresos, que les posibilita el acceso a bienes y servicios de calidad, entre ellos, la capacidad de satisfacer las necesidades de ocio y recreación. Para algunos autores esta capacidad de las familias para lograr mejores niveles de bienestar económico se relaciona con la posibilidad de elegir lo que quieren para la vida (Altamirano, 2009; Nieves, 2011; Sen, 1985). Estas familias tienen en común con los otros NSE la dificultad de lograr espacios para compartir juntos, asociadas a las extensas jornadas laborales de los progenitores, quienes en ocasiones deben ausentarse del hogar debido a viajes de trabajo. Lo anterior tiende a compensarse a partir de la vinculación de personas externas al hogar como cuidadoras o empleadas domésticas, recurso que se logra a través de mejores ingresos. En efecto, los hijos/as no se implican en las actividades domésticas, sino que apoyan a los progenitores y hermanos emocionalmente.

Las madres en NSE alto se esfuerzan por sostener relaciones cercanas y armónicas con sus hijos/as, dado que reconocen la importancia de la implicación directa en el desarrollo de estos/as, lo cual está relacionado con mejores niveles educativos.

Efectos del NSE en los extremos de la cohesión familiar

Es más frecuente encontrar familias con características desligadas y aglutinadas en el NSE bajo y medio, lo anterior se refleja en el malestar expresado por las madres a causa del débil apoyo y poca corresponsabilidad de los hijos/as en el funcionamiento de la familia. En consonancia, autores como Lila, et al. (2006), y Musitu & Cava (2001) plantean que en la adolescencia los padres tienden a sentir amenazado el ambiente de cohesión familiar, y realizan grandes esfuerzos para lograr la vinculación con sus hijos/as.

En relación con los hijos/as de NSE bajo pertenecientes a familias con débiles niveles de cohesión, un factor importante de inconformidad se articula con la poca atención a sus necesidades, lo que según ellos, propicia el distanciamiento afectivo; en efecto y en concordancia con varios autores, las condiciones del NSE sí pueden afectar la cohesión familiar (Altamirano, 2009; Beck–Gernsheim, 2003; Cicerchia, 1999; Daza, 1999; Garcés & Palacio, 2010; González de la Rocha, 1999; Martínez, Moreno & Musitu, 2009; Montoro, 2004; Musitu & Cava, 2001; Nieves, 2011; Pachón, 2007; Rico de Alonso, 1999, 2007; Del Valle, 2004).

Referencias

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Altamirano, T. (2009). Migraciones, remesas y desarrollo en tiempos de crisis. Lima, Perú: Pontificia Universidad Católica y Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Políticas y Antropológicas.

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Amato, P. R. (1991). Parental absence during chilhood and depression in later life. Sociological Quarterly, 32(4), 543-556.

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1.| Universidad Pontificia Bolivariana. Dirigir correspondencia a: Circular primera N. 70-01. Bloque 7, oficina 414.

2.| Universidad Pontificia Bolivariana.

3.| Universidad Pablo de Olavide, Sevilla – España. Dirigir correspondencia a Ctra. Utrera Km1 41013. Sevilla.

4.| Artículo producto de investigación de tesis doctoral titulada: «Familias Monoparentales y Monomarentales y su relación con los hijos e hijas adolescentes según el nivel socioeconómico y el sexo, desarrollada en la ciudad de Medellín en el año 2013».

5.| En adelante se abreviarán los términos monoparental y monomarental como MP y MM respectivamente.