Arte en Colombia: cuerpo, representación y materia
Art in Colombia: body, representation and matter
Yeny Leydy Osorio Sánchez*
Filiación
*Psicóloga (Universidad de Antioquia), especialista en Literatura (Universidad Pontifica Bolivariana) y magíster en Terapia de Familia y
de Pareja (Universidad de Antioquia). Docente en el Programa de Psicología, Corporación Universitaria Minuto de Dios –UNIMINUTO-, seccional Bello. Contacto
Recibido: septiembre 29 de 2017.
Aceptado: octubre 30 de 2017.
Para citar este artículo: Osorio Sánchez, Yeny Leydy. Arte en Colombia: cuerpo,
representación y materia.
Rev. Humanismo y Sociedad, 5(2).
https://doi.org/10.22209/rhs.v5n2a05
El concepto de arte es problemático, no solo porque existen muchas posturas,
enfoques teóricos y perspectivas críticas que lo definen, sino también porque
es una práctica que muta con relación al tiempo histórico, las sociedades y
distintos aspectos culturales. Posturas como las de Umberto Eco abren un espacio
a la comprensión de los fenómenos artísticos desde sus componentes conceptuales,
culturales y semióticos, mientras que los planteamientos de críticos como Arthur
Danto (1999) redimensionan, desde la filosofía y la estética, la visión del arte
y los procesos de producción en el ámbito contemporáneo. De hecho, hablar de lo
contemporáneo, o de arte contemporáneo, agrega un obstáculo más a la hora de
establecer -o pretender hacerlo- un concepto específico de arte. Cuando se
habla de arte contemporáneo en la mayoría de casos se está haciendo referencia a
las obras, proyectos y prácticas artísticas llevadas a cabo a partir de la
década del sesenta, y esto si tenemos en cuenta que por entonces hay un
quiebre en las formas de producción artística, pues hay que tener claro
que el arte producido en la década del ochenta es diferente al producido
en los noventa y este, a su vez, muy distinto del que se produce en la
actualidad. Entonces lo contemporáneo, en tanto concepto, siembra un
escollo más al ya difícil concepto de arte.
Lo que sí resulta cierto, y pocas veces cuestionado, es que el cuerpo ha tenido
un lugar protagónico en la producción plástica y visual de las últimas
décadas. De hecho, desde inicios del siglo XX los artistas empezaron a
hacer desplazamientos en la forma y contenido de sus reflexiones; y así,
el cuerpo se convirtió en el lienzo, en el carboncillo o en el soporte de
la obra artística.
A esto se refiere el libro Cuerpo (en)marcado. Ensayos sobre arte
colombiano contemporáneo (2016), de Pedro Agudelo Rendón. El autor
hace un recorrido por la presencia de la corporeidad en las artes colombianas,
y establece un punto de corte que va de la década del setenta hasta los primeros
años del siglo XXI. Este análisis histórico-estético que presenta Agudelo focaliza
la manera en que aparece el cuerpo en las obras de artistas contemporáneos
como Miguel Ángel Rojas, Rosemberg Sandoval, Óscar Muñoz, José Alejandro
Restrepo, y otros como Darío Morales, Luis Morales, María Teresa Hincapié,
Luis Caballero y Lorenzo Jaramillo. Este corte temporal es una estrategia
propia de los historiadores y de los investigadores, y da cuenta de un acto
de conciencia que pone de relieve ciertos hechos importantes del mundo del
arte, tal como la mutación en la pintura de Luis Caballero, y la producción
de tres obras emblemáticas como Aliento (1996) de Muñoz, Mugre (1999) de
Sandoval y David (2005) de Rojas.
Es cierto que el autor deja por fuera del corpus de obras algunas tan
importantes como Yo servida a la mesa (1981), obra emblemática de
María Teresa Cano, en la que el cuerpo de la artista -su autorretrato-
pone en movimiento la participación del espectador, quien "se come
a la artista", en un acto que instala en la maniobra no solo problemas
de índole estético como el consumo del arte (comerse el arte), sino también
la relación entre cuerpo y alma. Ni que decir de autores que también quedan
fuera de la consideración en el libro, como Fernando Botero y sus monumentales
cuerpos, verdaderas alegorías contemporáneas de las montañas antioqueñas, de
la opulencia y la falsedad de la sociedad; los cuerpos desgarrados y
políticamente incorrectos, como los de Débora Arango, una artista que
logra subvertir la concepción de la corporeidad; otros como Juan Pablo
Echeverri, un artista contemporáneo que hace de su cuerpo y del tema de
la identidad su obra de arte, o convierte su vida en obra de arte. Ahora
bien, esto no se debe a una falta de atención en el escritor, sino a
un solaz que, en muchas ocasiones, parece más literario que académico,
como las oposiciones poéticas de algunas palabras ("Cuerpo\soporte"),
o los títulos literarios de los capítulos del libro (como "La fugacidad
del cuerpo erótico"). Se debe, también, a que en toda indagación es
necesario poner un límite, y el autor lo hace tanto desde su restricción
temporal y geográfica, como en algunas de las categorías que utiliza
para el análisis, así como en las intenciones y propósitos que define
en su texto.
El título -Cuerpo (en)marcado- ya plantea un retórico y sugerente juego,
así como una distinción conceptual claramente intencionada por el escritor,
tanto desde la perspectiva académica como desde la literaria. Un juego, porque
los signos parentéticos que encierran (o enmarcan) la partícula "en"
anuncian dos tipos de cuerpo, o más de un cuerpo, o dicen que bien
puede un cuerpo estar marcado y, a la vez, enmarcado. Una distinción
conceptual, porque el cuerpo enmarcado hace referencia a una perspectiva
semiótica de la historia del arte, es decir, a un tiempo en el que el arte
se piensa como una forma deleitable solo desde la representación,
desde la imagen, desde su configuración eidética. Mientras que el
cuerpo marcado alude a un cuerpo presente, matérico y físico, esto es,
a un cuerpo que se torna obra de arte. Estas ideas se gestan en el ámbito
de las reflexiones filosóficas y semióticas, según las cuales un signo
representa a una cosa ausente; pero, también, la cosa presente (como el
orinal de Duchamp en el museo), cambia su significación, o sea, se semiotiza.
Entonces el problema de un cuerpo (en)marcado es a la vez un problema semiótico y
filosófico sobre el carácter de la "representación" y de la "presentación":
"Hablar del cuerpo desde una historia del arte contemporáneo es hablar de las
formas y medios de representación, es decir, de las distintas maneras como
el cuerpo es presentado y representado por los artistas contemporáneos, sean
estos performers, pintores figurativos o videoinstaladores. Es hablar de las
formas porque el cuerpo puede ser representado, esto es, pintado o esculpido
con mayor o menor grado de figuración; es hablar de los medios porque también
puede ser presentado, experimentado, vivenciado (p. 32)".
Estos problemas teóricos son tratados con amplitud en los primeros dos capítulos
del libro; en estos también se actualiza la mirada sobre el cuerpo desde
distintos ámbitos y perspectivas, como la literaria y la antropológica.
Así las cosas, el libro de Agudelo puede leerse como un trabajo académico
que se ramifica en dos partes. En la primera, más teórica y conceptual,
sienta las bases sobre la comprensión del cuerpo en la sociedad contemporánea
y en el arte; en la segunda, más crítica e histórica, revisa el
panorama del arte a la luz de varios de sus principales protagonistas
y de aquellas obras que, en un sentido (representación) o en otro
(presentación), hablan o tratan el cuerpo.
Pero la obra Cuerpo (en)marcado también podría calificarse como
literaria, y se podría inscribir en lo que el crítico español
Ángel Garrido (2001) llama ensayo literario, ese género de la
literatura que a veces resulta extraño, que muchos pasan por
científico y que pocos incluyen dentro de la literatura, al
lado de la poesía y la novela. El texto es un ensayo literario
porque reivindica prácticas artísticas y gestos poéticos
en las producciones de artistas nacionales e internacionales,
en una sucesión de juegos analíticos y críticos que fácilmente
podríamos llamar poéticos, toda vez que la forma de escritura
recuerda ciertas estrategias discursivas de autores como el
filósofo Gilles Deleuze o del escritor Pierre Bayard.
Bien dice Leonardo Hincapié en su nota de presentación:
"Asistimos, en este libro, al encuentro con el lugar del cuerpo en el arte
colombiano contemporáneo, como si un retrato nuestro se dibujara en cada pieza
artística al modo como nuestra efigie aparece en la superficie de un espejo. Y
es que la historia del arte, igual que nuestra propia historia como especie, no
es más que el reflejo de nuestro pasado y de nuestro devenir histórico. En este
sentido, la historia podría interpretarse como un artificio, tan cercano de la
ficción, que su realidad resulta abrumadora. De ahí que este libro sea polifacético,
y tenga varios rostros que pone al descubierto en sutiles artificios (p. 19)".
Además de un lenguaje con un tono literario, si bien marcado por un
saber sobre la historia y la crítica de arte, el texto está minado de
referencias e intertextos literarios. Cada capítulo, por ejemplo, está
acompañado de un epígrafe crítico o poético, así como de conexiones con
relatos que modelan las ideas a propósito del cuerpo en el arte
contemporáneo.
Este rasgo literario no es fortuito, ya que el autor además de ser un
investigador de las ciencias humanas, es escritor. Vale la pena recordar
que recientemente obtuvo uno de los galardones más importantes de las letras
internacionales: el Premio Literario Casa de las Américas 2017, y que, además,
lleva a cabo una práctica artística centrada en proyectos gráficos y plásticos
como la fotografía, el dibujo y la pintura. De modo que su libro presenta una
visión no solo académica, investigativa, sino también una visión sensible desde
la literatura y las artes plásticas y visuales.
Cuerpo (en)marcado. Ensayos sobre arte colombiano contemporáneo es un libro difícil de clasificar.
Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que uno de sus rostros es la crítica de aquello
que llamamos "arte", otro su historia; que tiene un componente teórico y otro crítico;
que hay en él un juego literario y que, como hacen los buenos magos, no devela sus
trucos. Hay una promesa, cuando el autor-investigador le presenta el objeto de estudio
al lector; un giro, donde el autor-teórico hace del objeto (el cuerpo) algo conceptual
y abstracto; y el prestigio, donde el autor-escritor actúa como poeta y presenta
nuevamente el objeto como algo novedoso a la vista del lector, es decir, lo
singulariza. En esto radica el artificio de la escritura y la manera en que las
ideas crecen como si fueran producto de la magia.
Referencias
Agudelo Rendón, Pedro. (2016). Cuerpo (en)marcado. Ensayos sobre arte
colombiano contemporáneo. Medellín: Fondo Editorial ITM.
Garrido Gallardo, Miguel Ángel. (2001). Nueva introducción a la
teoría de la literatura. Madrid: Editorial Síntesis.
Danto, Arthur. (1999). Después del fin del arte. El arte contemporáneo y
el linde de la historia. Barcelona: Paidós.
Eco, Umberto. (1972). La definición del arte.
Barcelona: Ediciones Martínez Roca S.A